La Pluma del Berrinches
Jazz
Le
asustaban mucho los pájaros. Por eso, instintivamente, al oír el
gorgojeo cercano, casi sin darse cuenta, se fue separando de la
multitud. Lentamente, se quitó las gafas oscuras que le enmascaraban,
se arrancó la barba falsa que tenía puesta y, despacio, se alejó de
su propio funeral.
Pensó
por un momento que poco podría hacer con las apenas seis mil pesetas
que le quedaban. En el fondo, le daba ya lo mismo. Recordaba
perfectamente ese lunes de hace tres semanas. Era una persona, a su
juicio, de lo más normal. Se presentó en respuesta al anuncio que, días
antes había puesto en el periódico local solicitando una persona que
le ayudara en las tareas del hogar.
Resultó
ser fascinante.
No
solamente congeniaron sino que le cambió radicalmente la vida. Oscuro
y gris hasta entonces, respetado en el banco por su silencio y
tozudez, comenzó a ser feliz como nunca hasta entonces había sido.
Se sorprendió a sí mismo riendo con los compañeros de trabajo,
comprando discos antiguos (que era una de sus pasiones, y hasta ahora
no se había dado el capricho). Se compró ropa nueva, se cambió de
gafas. Pidió dos semanas de vacaciones en el banco, que se las dieron
inmediatamente, ya que no había cogido vacaciones desde hacía años.
Viajaron
por toda la costa de su ciudad. Entró en decenas de sitios que, aun
sabiendo que existían, jamás hasta ahora había tenido ocasión para
entrar. En muchos de ellos, los propietarios le reconocían de su
trabajo en el banco y les trataron especialmente bien. Pasearon en
barco, robaron limones, fueron al cine, ¡al cine, cielos, quien me ha
visto y quien me ve, pensaba!.
Las
cosas de la vida, le cambió hasta la suerte, y le tocó un pellizco a
los ciegos en el número aquel que compraron porque era igual a la
fecha de nacimiento de ella.
Era
fabuloso.
Y
de pronto, una mañana.........
Correspondencia:
elberrinches@lycos.es
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José Ramón Aguilar
061 Málaga.
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