Publicaciones y búsqueda bibliográfica

La autoría de los estudios multicéntricos

Marta Pulido
Responsable de Edición Médica del Institut Municipal d'Investigació Mèdica (IMIM).
Miembro del Council of Biology Editors y del Comité de Expertos de Medicina Clínica


Un artículo especial sobre propiedad intelectual, autoría y confidencialidad de los estudios multicéntricos, publicado en esta revista el 24 de abril de este año1, pone sobre el tapete el asunto de la autoría múltiple y otras cuestiones de integridad científica que siguen fascinando a los propios miembros de la sociedad académica y los observadores de la cultura médica. Puesto que la polémica está servida2-11, reflexionar y escribir sobre el tema tiene a mis ojos un atractivo irresistible.

En concreto, el grupo de trabajo del Proyecto Multicéntrico de Investigación sobre Tuberculosis (PMIT) ha dado a conocer los criterios adoptados a priori sobre propiedad intelectual, autoría y confidencialidad de los datos que en un futuro no muy lejano se derivarán de este importante estudio epidemiológico1. Felicito a los componentes del grupo por la transparencia de esta declaración que sin duda les honra, entre otros motivos, por el mérito de haber debatido y alcanzado un acuerdo sobre una cuestión tan espinosa y trascendente como la autoría de las publicaciones científicas. En este caso, se ha escogido una autoría corporativa o colectiva para todas las publicaciones, tanto para las relacionadas con la explotación de la base de datos global, como las autonómicas o las locales.

Esta opción que soslaya, desde luego, una extensa lista de firmantes, recalca la naturaleza «en colaboración» del estudio y evita recelos, disputas y toda suerte de problemas entre los participantes a la hora de competir en la línea de autores, tampoco es la panacea. La ausencia de nombres impide la identificación de los sujetos realmente responsables del ensayo y frena el interés lícito de investigadores jóvenes para escribir artículos de calidad y establecer sus propias credenciales. La descripción de categorías y definición de competencias establecidas por el equipo del PMIT para los epígrafes «grupo coordinador», «comité de redacción», «equipo directivo», «investigadores», «informatización y análisis de datos» se solapan y se pueden interpretar ambiguamente, aunque la figura que aparece mejor definida es el supuesto autor principal: «la persona a quien deberá dirigirse la correspondencia, que será la que aparezca primero en el comité de redacción de la publicación». Es de esperar que en los sucesivos artículos, esta persona no sea siempre la misma, en cuyo caso sería fácil relacionar los estudios del PMIT con investigadores concretos en menoscabo del grupo de trabajo, de la razón de la autoría corporativa en definitiva, a lo que, por otra parte, se sumaría la dificultad de reconocer y recordar el nombre de PMIT por el uso exclusivo de siglas y su eufonía poco brillante.

De acuerdo con estas consideraciones particulares, no tiene nada de extraño que las revistas biomédicas establezcan, libre y arbitrariamente si se quiere, su política con respecto a la autoría de grupo. Desde algunas, como The New England Journal of Medicine, que la consideran improcedente12, hasta otras con posturas más abiertas13,14. Muchas recomiendan una discusión con el editor para pactar individualmente la fórmula idónea15. En una nota de los editores de JAMA16 se explica y justifica por qué esta revista no aconseja la autoría corporativa como modalidad única, recomendando la combinación de nombres individuales y autoría colectiva y haciendo una distinción entre quiénes son autores y quiénes no, dependiendo del uso de la conjunción «y» (and) o la preposición «para» (en representación de) (for) al unir los nombres de los sujetos y la denominación del grupo en la línea de autores. Por ejemplo, en un original publicado en el mismo número del 24 de abril de Medicina Clínica, los componentes del Grupo de Validación en Español de Cuestionarios de Evaluación de la Fobia Social también se considerarían coautores de Bobes et al17 precisamente por el uso de «y».

En el apartado de autoría, los requisitos de uniformidad para manuscritos presentados para publicación en revistas biomédicas18 señalan que la sola participación en la provisión de ayuda (fondos), recopilación de datos o supervisión general de un grupo de investigación no justifica la autoría. En el caso de los ensayos multicéntricos atribuidos a una autoría de grupo, todos los miembros del grupo nombrados, ya sea en la línea de autores debajo del título o en una nota al pie, tienen que cumplir los criterios de autoría. En caso contrario, se deben incluir (con su permiso) en los agradecimientos o en un apéndice. Algunos ejemplos de estas funciones que no confieren el crédito de autor son muy demostrativos y me permito la licencia de copiarlos sin traducir: support by a departmental chair, scientific adviser, critical review of study proposal, data collection o participation in clinical trial. Además, los requisitos de uniformidad otorgan explícitamente a los directores de revistas el derecho a solicitar aclaraciones sobre cuál fue la participación de cada persona en un estudio determinado y eventualmente proceder a su publicación.

No obstante, las normas de Vancouver para la asignación de la autoría según las cuales los autores legítimos son los responsables del contenido intelectual del artículo y quienes pueden, por tanto, dar fe pública de él, han sido cuestionadas por su excesiva rigidez y dificultades reales de cumplimiento en el ámbito de la moderna investigación clínica19-22. Algunos estudios23,24 han puesto en evidencia que muchos investigadores desconocen estos criterios, no los respetan, o no están de acuerdo con ellos, sobre todo por la exigencia expresa de reunir las tres condiciones*. La progresiva complejidad de la investigación aumentando el número de coautores y diluyendo, a su vez, la responsabilidad que cada uno de ellos asume por el conjunto, unida a sistemas dispares de promoción académica, que dan más valor al número de publicaciones o a los factores de impacto de las revistas25-27 que a la verdadera participación de los firmantes, exacerba el problema. Ello ha originado un amplio debate acerca de los inconvenientes, abusos e injusticias de utilizar un sistema lineal o mera lista de nombres debajo del título como fórmula para dar crédito a los autores y ha propiciado una propuesta nueva y revulsiva de la autoría por «contribución»28,29. Este sistema supone la descripción exacta de las tareas efectuadas por cada contribuyente, así como la creación de la figura del «garante» (guarantor) quien, además de haber contribuido sustancialmente, también habría hecho un esfuerzo adicional para garantizar, avalar y hacerse responsable de la integridad del proyecto en su conjunto antes de la publicación y después de la misma. Así pues, quienes han participado en un proyecto de investigación deben discutir y ponerse de acuerdo acerca de la contribución a desvelar de cada individuo y según la contribución relativa, decidir cuál es el tipo de contribución que merece un lugar (y en qué orden) en la línea de autores. En julio de 1997, The Lancet fue la primera revista biomédica que puso en práctica la modalidad de la contribución pidiendo que cada firmante de artículos originales de investigación describiera la labor que había efectuado y publicando dicha información en una lista de contribuyentes al final del ar tículo30. En enero de 1998, British Medical Journal fue la segunda revista que siguió el ejemplo, aunque añadiendo el requerimiento de la designación, como mínimo, de un garante31. Desde entonces, otras revistas (Annals of Internal Medicine, American Journal of Public Health o Radiology) se han pronunciado al respecto adoptando variaciones de esta fórmula32-34. En otro sentido, a nadie escapa que la anulación de los límites de espacio en la era de la cibernética favorecerá la aceptación del sistema.

De acuerdo con esta alternativa, los lectores y los directores de revistas biomédicas no tan sólo disponen de información precisa sobre la labor efectuada por cada individuo, sino que a la hora de concursar, asignar incentivos o juzgar méritos, los miembros del tribunal pueden valorar el trabajo auténtico hecho por el candidato, a mayor abundamiento consensuado con sus colegas. Así mismo, el desglose de la contribución real de los investigadores, analizada en dos estudios21,35, ha puesto de manifiesto que las contribuciones de los nombrados en la línea de autores no cumplían los criterios de Vancouver en un 44 y un 50% de los casos, respectivamente.

Es obvio que esta solución tampoco eliminará los abusos de autoría36-38, pero una discusión abierta de lo que hizo cada cual parece un ejercicio muy saludable, que, por otra parte, dejaría sin argumento a los autores «invitados» (guest, honorary authors) o «recompensados» (gift authors), es decir, personas de prestigio añadidas en la línea de autores como estrategia para aumentar la credibilidad del proyecto. Una encuesta entre profesores universitarios británicos demostraba, por ejemplo, que 21 de 66 desconocían haber sido incluidos como coautores de una publicación23. Por otra parte, revelar la contribución de cada investigador también tiene un claro efecto en el caso del escritor «fantasma» (ghost writer), redactores profesionales silenciados en los agradecimientos y desvinculados del proyecto contratados generalmente por la industria para elaborar manuscritos y ahorrar tiempo, por ejemplo, para escribir artículos de revisión sobre temas relacionados con un producto reclutando posteriormente a eminentes clínicos para figurar como firmantes (autores «injertados», grafter authors).

En los albores del nuevo siglo, cuando existe una creciente necesidad de preservar la integridad de la ciencia y es tiempo de elaborar códigos de conducta39,40 ha llegado el momento de reflexionar sobre el binomio «compensación académica y publicación» y de pensar en otras definiciones más acordes con el declinar del concepto tradicional de «publicación» frente al protagonismo de Internet y la inminente realidad de la revisión abierta y el artículo electrónico41,42 y el polémico proyecto del PubMed Central*. Es la ocasión de abrir la caja de Pandora. Los vientos de cambio ensombrecen la majestuosidad del autor clásico como centro de influencia y poder y dejan paso a un sistema más sencillo y flexible de atribución de crédito y responsabilidad que refleja de verdad cómo se ha concebido, diseñado y efectuado una investigación determinada. En el marco actual de ensayos clínicos cada vez más ambiciosos y complejos donde se requiere la participación de profesionales de diferentes instituciones y, muchas veces, de distintos países, es obligado que esta colaboración quede reflejada en la publicación final. Si bien la elección de una autoría colectiva, como en el caso del grupo de trabajo del PMIT1, obedece a una razón y es digna de ser respetada, convendría, además, desarrollar categorías de contribución para describir fehacientemente las actividades respectivas de quienes, quizás en forma un tanto anónima o potencialmente fraudulenta, constituyen los distintos comités. Así mismo, habría que estar preparado para corregir el rumbo cuando en el ejercicio de la libertad la revista escogida está en contra de la autoría colectiva como única disyuntiva.

Agradecimiento

A la Sra. Pilar Vicente, del Servicio de Documentación Científica de GlaxoWellcome, por haberme facilitado los documentos originales de los artículos seleccionados, parte de los cuales componen íntegramente la bibliografía de este artículo.

 


REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

1. Grupo de Trabajo del PMIT. Propiedad intelectual, autoría y confidencialidad en los estudios multicéntricos: la experiencia del PMIT. Med Clin (Barc) 1999; 112: 549-552.

2. Horton R. A fair reward. Lancet 1998; 352: 892.

3. Nelkin D. The performance of science. Lancet 1998; 352: 893.

4. Chalmers I. The public interest. Lancet 1998; 352: 893-894.

5. Jones AH. Is the system really broken? Lancet 1998; 352: 894-895.

6. Davidoff F. Intelligence work. Lancet 1998; 352: 895-896.

7. Sherwood T, Peters K. The value of discrimination. Lancet 1998; 352: 896-897.

8. Topol EJ. Drafter and draftees. Lancet 1998; 352: 897-898.

9. Lundberg G. Writing is all. Lancet 1998; 352: 898.

10. Smith R. Open your eyes. Lancet 1998; 352: 898-899.

11. Biagioli M. Long live the deans! Lancet 1998; 352: 899-900.

12. Kassirer JP, Angell M. On authorship and acknowledgments. N Engl J Med 1991; 325: 1.510-1.512.

13. Meinert CL. In defense of the corporate author for multicenter trials. Control Clin Trials 1993; 14: 255-260.

14. Powers RD, Calkins KK. Multiple authorship revisited: how much is enough? Am J Emerg Med 1998; 16: 708-709.

15. Frankish CJ. Principles of authorship in health promotion research. Can J Public Health 1998; 89: 81-84.

16. Glass RM. New information for authors and readers. Group authorship, acknowledgments, and rejected manuscripts. JAMA 1992; 268: 99.

17. Bobes J, Badía X, Luque A, García M, González MP, Dal-Ré R y el Grupo de Validación en Español de Cuestionarios de Evaluación de la Fobia Social. Validación de las versiones en español de los cuestionarios Liebowitz Social Anxiety Scale and Distress Scaley Sheehan Disability Inventory para la evaluación de la fobia social. Med Clin (Barc) 1999; 14: 530-538.

18. International Committee of Medical Journal Editors. Uniform requirements for manuscripts submitted to biomedical journal. Ann Intern Med 1997; 126: 36-47.

19. Smith R. Should the criteria for authorship of scientific papers be changed? Yes: It is time to abandon authorship. CBE Views 1997; 10: 133-134.

20. Hoen WP, Walvoort HC. What are the factors determining authorship and the order of the authors' names. JAMA 1998; 280: 217-218.

21. Horton R. The unmasked carnival of science. Lancet 1998; 351: 688-689.

22. Squires BP. Authors: who contributes what? Can Med Assoc J 1996; 155: 897-898.

23. Bhopal R, Rankin J, McColl E, Thomas L, Kaner E, Stacy R et al. The vexed question of authorship: views of researchers in a British medical faculty. Br Med J 1997; 314: 1.009-1.012.

24. Shapiro DW, Wenger NS, Shapiro MF. The contributions of authors to multiauthored biomedical research papers. JAMA 1994; 271: 438-442.

25. Lowy C. Impact factor limits funding. Lancet 1997; 350: 1.035.

26. Camí J. Impactolatría: diagnóstico y tratamiento. Med Clin (Barc) 1997; 109: 515-524.

27. Opthof T. Sense and nonsense about the impact factor. Cardiovasc Res 1997; 33: 1-7.

28. Rennie D, Yank V, Emanuel L. When authorship fails. A proposal to make contributors accountable. JAMA 1997; 278: 579-585.

29. Rennie D, Yank V. If authors became contributors, everyone would gain, especially the reader. Am J Piblic Health 1998; 88: 828-830.

30. Horton R. Re signature of responsability. Lancet 1997; 350: 5-6.

31. Smith R. Authorship is dying: long live contributorship. Br Med J 1997; 315: 696.

32. Proto AV. Radiology-1998 and the future. Radiology 1998; 206: 1-2.

33. Northridge M. Annotation: new rules for authorship in the journal: your contributions are recognized and published! Am J Public Health 1998; 88: 733-734.

34. Information for authors. Ann Intern Med 1998; 128: 111-116.

35. Yank V, Renniew D. Disclosure of researcher contributions: a study of original research articles in The Lancet. Ann Intern Med 1999; 130: 661-670.

36. Klein CJ, Moser-Veillon PB. Authorship: can you claim a byline? J Am Diet Assoc 1999; 99: 77-79.

37. Flanagin A, Carey LA, Fontanorosa PB, Phillips SG, Pace BP, Lundberg GB, Rennie D. Prevalence of articles with honorary authors and ghost authors in peer-reviwed medical journals. JAMA 1998; 280: 222-224.

38. Smith J. Git authorship: a poisoned chalice? Br Med J 1994; 309: 1.456-1.457.

39. Davies HD, Langley JM, Speert DP for PICNIC. Rating authors' contribution to collaborative research: the PICNIC survey of university department of pediatrics. Can Med Assoc J 1996; 155: 877-882.

40. Jones RF, Gold JS. Faculty appointments and tenure policies in medical schools: a 1997 status report. Acad Med 1998; 73: 212-219.

41. Delamothe T, Smith R. Moving beyond journals: the future arrives with a crash. New ways to disseminate research from NIH and the BMJ. Br Med J 1999; 318: 1.637-1.639.

42. Belmonte Serrano MA. Publicaciones biomédicas en Internet: un reto inevitable. Med Clin (Barc) 1999; 113: 23-27. 


*Impulsado por Harold Varmus, director del US National Institutes of Health, se trata de un sistema de depósito o almacén electrónico integrado en el PubMed (servicio de búsqueda del MEDLINE) que a partir de enero del 2000 proporcionaría acceso libre a artículos científicos, ya revisados por expertos o sin revisar, facilitados por las revistas biomédicas existentes antes (preprint) o después de la publicación, nuevas revistas y organizaciones científicas. (http://www.nih.gov/welcome/director/pubmedcentral/pubmedcentral.htm)


Med Clin (Barc) 1999; 113: 534-536